Habitualmente, consideramos el sentimiento de culpa
como una emoción negativa que, si bien a nadie le gusta experimentar, lo cierto
es que es necesaria para la correcta adaptación a nuestro entorno. Muchos
autores coinciden en definir el remordimiento o la culpa como un afecto
doloroso que surge de la creencia o sensación de haber traspasado las normas
éticas personales o sociales especialmente si se ha perjudicado a alguien.
Nuevamente, y para trabajar con nuestros alumnos esta
emoción, hemos preferido comenzar la sesión
con el visionado de un video para que éstos nos explicaran qué les
parecía que estaba sintiendo el protagonista al final del mismo, adivinando
así, la emoción de hoy. Señalamos que la han adivinado rápidamente…
En esta ocasión, nos cuentan la historia de un hijo
cuyo padre no le sirve como referente o inspiración. El niño desea tener éxito
en la vida, ganar dinero y ser importante. El padre, sin embargo, dedica su vida y sus ahorros a
mejorar la existencia de niños con problemas. Esto es conocido por el hijo
una vez que éste fallece, descubriendo una persona desconocida para él y
sintiendo remordimientos o culpabilidad al no haberlo hecho antes.
La culpabilidad, por tanto, surge ante una falta que
hemos cometido (consciente o inconscientemente), o ante algo que hemos dejado de hacer. Hemos
tratado, a través del diálogo, de que nuestros alumnos entendieran la gran
casuística de situaciones que pueden provocar esta emoción. Pero, ¿para qué
sirve? ¿es necesaria?...
Por supuesto que sí. Su función es hacer consciente al
sujeto para facilitar los intentos de reparación. Su origen tiene que ver con
el desarrollo de la conciencia moral, que se inicia en nuestra infancia
y que se ve influida por nuestras diferencias individuales y las pautas
educativas.
Así pues, podemos sentir arrepentimiento y
remordimiento por algo que hemos hecho o dicho, o por algo que hemos dejado de
hacer o decir. Además, puede aparecer la culpa por algo que nos remuerde, o
incluso por algo que ha sucedido sin querer…
Por otro lado, hemos señalado también que existen
personas que confunden esta emoción con la vergüenza, incrementando su malestar
emocional, ya que al mezclar ambos sentimientos se retroalimentan entre sí.
Mientras que la culpa aparece ante el dolor por el daño causado, la vergüenza
se experimenta cuando nos percibimos con la falta de una habilidad o capacidad
que se presumía deberíamos tener. De este modo, nos preparamos para la
comprensión de la siguiente emoción.
Para continuar trabajando estos conceptos, hemos
realizado una dinámica muy interesante: LAS TRES CAJAS. Para realizarla, hemos
presentado tres cajas con tres enunciados diferentes:
- Un problema mío es…
- Me arrepiento de…
- Me gustaría superar…
Cada uno de nuestros alumnos tenía que completar en un
papel diferente estos enunciados y meterlo en su caja correspondiente. A
continuación, y siempre de forma anónima, se han ido leyendo aleatoriamente
algunos mensajes a la vez que comentábamos sus contenidos. Nos hemos centrado después
en analizar los problemas que han reflejado, las causas que provocaban
arrepentimiento, posibles soluciones a conflictos, responsabilidad que tenemos
del acto en cuestión, cómo superar dificultades expresadas, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario